Me acabo de mudar de una casa de 4 habitaciones donde vivía con mi novio y sus 2 hijos. Pasamos 6 años juntos hasta que ya no funcionó. Así que me encuentro en un nuevo espacio más pequeño: un apartamento de una habitación lleno de posibilidades, lleno de novedad. Parte de esa esperanza vino de sacrificar mis cosas. Con las vacaciones y el año nuevo acercándose, se siente genial tener espacio para la posibilidad.
Con todo el consumo y las compras en las próximas semanas, es bueno crear espacio en la casa, en los armarios, en el armario. Se siente bien no tener cosas saliendo de sus lugares de espera. Es bueno tener espacio para lo desconocido. Por cosas bellas. Al hacer espacio y ser reflexivo sobre la vida que quiero, me hago estas preguntas:
• ¿Me encanta? Este es el número uno. Si no lo amo, está fuera.
• ¿Lo uso? A veces creo que necesito algo o creo que lo uso, pero en realidad no lo necesito.
• ¿Me siento bien cuando miro este objeto?
• ¿Lo mantengo alejado de la culpa o porque "debería"?
Con menos cosas que tengo menos que cuidar, especialmente cuando se compara con una casa grande y mucha gente en ella. Ahora tengo más espacio para conocer nuevos amigos, pasar menos tiempo limpiando y acorralando mis cosas, tengo espacio para respirar.