Este hermoso edificio de época en el corazón de Chelsea fue una maravillosa renovación para emprender. Estaba listo para mudarse cuando llegó la nueva familia, pero la cocina era demasiado pequeña para ellos y la sensación de la casa no era la correcta. La mayoría de las paredes estaban pintadas de beige y las desgastadas alfombras de color verde claro se sumaban a la triste atmósfera.
El informe inicial fue sencillo: devolver el interior a sus orígenes quitando las alfombras y descubriendo si el propietario anterior había dejado intactas las tablas originales de 200 años. El momento más desalentador fue despegar las alfombras de los lados y ver una sábana protectora debajo, que cubría el piso real. Esto significaba arriesgarse y arrancar las alfombras para descubrir qué había debajo de la sábana. El riesgo valió la pena, ya que se revelaron tablas de piso perfectamente imperfectas y las que estaban demasiado lejos se intercambiaron fácilmente.
Además de las paredes de color verde oscuro en el comedor, colocamos cortinas de terciopelo de color magenta varese, introduciendo un hermoso contraste de color en la habitación. Con un pequeño rincón de café en la habitación, forma un espacio encantador para disfrutar de comidas o tomar un café rápido. El comedor conduce a la entrada principal y al pasillo, que pintamos de un amarillo brillante, soleado y acogedor, que contrasta bien con las habitaciones de colores más oscuros.