Los humanos parecen tener un concepto pobre del tiempo. Un minuto no parece nada, pero puede parecer una eternidad si, por ejemplo, estás esperando que el agua hierva o contengas la respiración. Esa comprensión tenaz del tiempo podría ser un defecto de nuestra especie, pero es algo que podemos aprovechar para nuestro beneficio.
Por ejemplo, no es difícil dedicar mentalmente 20 minutos a una tarea. Veinte minutos es una cantidad de tiempo manejable para reservar para ordenar, sin sentir que te está tomando todo el día. Y, sin embargo, una vez que esté en el medio del tramo de 20 minutos, trabajando para despejar un área de su hogar, verá cuánto puede hacer en un tercio de hora.
Así es como funciona: configure un temporizador para 20 minutos y diríjase a su sala de estar con una canasta de lavandería (o algo más para recoger el desorden). Mientras el temporizador está en la cuenta regresiva, aventúrate y recoge todo el desorden que puedas en tu canasta.
Está buscando cualquier cosa que esté fuera de lugar, incluidas las cosas que necesitan ser destruidas (o tal vez solo necesitan encontrar un nuevo hogar). Recuerda
las cinco reglas de desorganización de principios de semana—Si no lo compraría de nuevo o se lo llevaría cuando se mude, podría ser el momento de dejarlo ir.