Es un hecho de la vida que los edificios, a medida que envejecen, inevitablemente se desmoronan. Los estadounidenses no estamos muy cómodos con esto. Nos gusta que todo sea brillante y nuevo: nos gusta que todos nuestros edificios y nuestros acabados interiores tengan la misma uniformidad de la juventud. Pero los japoneses han desarrollado una forma de lidiar con esto. De hecho, han aceptado la idea de que a veces arreglar cosas rotas puede hacerlas aún mejores y más bellas que cuando eran nuevas.
En la tradición japonesa de kintsugi, las cosas rotas se reparan con carpintería de oro (o plata), por lo que el objeto reparado es aún más hermoso que el original, y la rotura y reparación se convierte en una parte importante del historial del objeto, en lugar de ser algo para disfraz. La idea de que la adversidad podría hacer que algo (o alguien) sea más hermoso, y que las cosas viejas tienen una historia que los hace ricos y valiosos, es encantadora y profundamente reconfortante. Pero aparte de las implicaciones filosóficas, esta noción, cuando se aplica a los edificios, también produce algunos detalles realmente inusuales y realmente llamativos.
Arriba y arriba: en el restaurante Anahi en París, visto en Yatzer, la hoja de cobre llena las grietas en el azulejo, convirtiendo algo que podría haber sido una monstruosidad en un detalle de diseño encantador e inesperado.
En esta imagen de Chris Liljenberg Halstrøm, una tabla de piso agrietada, llena de piezas de madera con forma hexagonal convertidas en un extremo, se convierte en un detalle de diseño llamativo.
Jean Christophe Aumas, cuyo apartamento en París apareció en Habitar, utilizó baldosas nuevas con un patrón geométrico audaz para reemplazar las baldosas rotas en el piso de su cocina. Al darse cuenta de que encontrar algo idéntico a los mosaicos antiguos sería casi imposible, en su lugar decidió convertir los parches en una característica de diseño.
En este ejemplo de 1508 Londres, el oro llena una grieta en una losa de concreto, convirtiendo lo que podría considerarse una imperfección en un hermoso y deslumbrante paisaje en miniatura.